12 horas en Teruel, a pesar de la lluvia

Falto yo. Faltaba, que le estoy poniendo remedio. 

Lo bueno de ser la última es que ya lo habéis dicho todo: un encuentro especial, con "magia", de esos que se nos dan tan bien en este espacio. Iba a decir rincón, pero podía dar pie a la duda y al juego. La verdad es que el que no nos conozca alucinará con nosotros. La imagen descrita por  Alfredo-Rincón  es tan surrealista como real. Me pilló con bayeta en mano limpiando la mesa y peleándome con rotuladores - misterios que ocurren,  les da por reventarse cada vez que viajo, independientemente de ser avión, autobús, tren... se deben poner nerviosos y hala¡¡¡ se desparraman-  y más parecía que había cambiado de oficio y me había metido en el gremio de la hostelería y restaurantes que estar dibujando, como bien hacían Amparo y Alfredo-Urumo. Luego, esto de tener patio de vecinos en red es tan sorprendente que a los tres segundos de conocer a Alfredo-Urumo una ya se siente conocerlo de toda la vida, tanto es así, que regresando pensé que a lo mejor les había asustado con tanta naturalidad y confianza provocada por el ingenio y desparpajo de Amparo.

 Todo muy familiar y fluido; hasta las horas. 12 horas exactamente estuve en Teruel, con tan buena gente me parecieron 20 minutos. Y las 5 horas en la posada del Tozal, segundos. Extraordinaria música-hasta que llegó el fútbol-, extraordinario ambiente, extraordinaria acogida, extraordinarios dibujos que pude admirar de mis acompañantes y extraordinario buen rato el que pasamos allí mientras en la calle no paraba de llover y llover.

 

Un abrazo muy especial a Cristina, a los Alfredos, a Jesús, a Rafa y su hermano,  a las niñas, y al resto de los habitantes de esa tarde especial en el Tozal.