
Estuvimos el sábado en Madrid, en las Marchas por la Dignidad.
Cuando llegamos no me pareció tan grande la cosa.
Lo primero que hicimos Patrizia y yo fue buscar un lugar donde se viera bien: deformación profesional.
Por suerte había una baranda de piedra en alto y nos encaramamos allí con nuestros cuadernos. Se veía toda la plaza de Cibeles y hasta la torre de Colón.
Cada vez venía más y más gente.
Dibujamos sin parar durante casi tres horas y aún no habían pasado todos por delante de donde estábamos.
Venían de vez en cuando a ver nuestros dibujos, a hacer fotos desde arriba, a comentar sobre la cantidad de gente. Había muchísima. Imposible calcular el número.
Era muy emocionante estar ahí en medio.

No llegamos a ir a la plaza de Colón. Nos estábamos quedando helados y era prácticamente imposible avanzar, así que tomamos un café y volvimos a casa con la sensación de haber vivido algo histórico.
Pusimos la tele en cuanto llegamos para ver qué decían, buscando que dieran la noticia en la cabecera de algún telediario y esperando ver imágenes desde arriba para confirmar lo que habíamos vivido aquella tarde.
Pero nos encontramos otra vez con las mentiras y el circo en los informativos.
Sólo hablaban de cargas policiales y de extremismo radical.
Yo no vi nada de eso. Yo vi miles y miles de personas de la calle reclamando de forma pacífica y civilizada derechos usurpados... Demasiado civilizadas para la que está cayendo...
Por suerte me queda la memoria y la experiencia de haber estado ahí, la suerte de haber sido una de ellas.
Y queda también ahora la sensación de que somos muchos los que estamos del mismo lado y de que al final tienen que ganar los buenos.
Somos gente normal pidiendo que se nos trate con la DIGNIDAD que merecemos. Sólo eso.