

Antes de comenzar la crónica de la jornada y para que no os engañéis con lo mucho que he mejorado, debéis saber que los dibujos que la ilustran no son míos, o no lo son todos. Los escaneamos con la intención de colgar una muestra de grupo… pero eso fue antes de pasarnos del dibujo con acuarela al dibujo con cerveza.
El día comenzó con un relajado y temprano desayuno que sirvió para que en unos minutos tuviera la sensación de reconocer a Gloria como parte de mi entorno cotidiano, aunque había llegado de Logroño con Javier la noche anterior. Javier –transformado en Blasman- ya había salvado para el recuerdo el encuentro con Jordi en la cocina.
Alrededor de las nueve y media de la mañana, vino de La Rioja (polisémica frase) y se unió a la tertulia doméstica Javier Treviño. Ajenos al tiempo –el atmosférico y el del reloj- salimos hacia el punto de encuentro para llegar, después de comprar en un todoacién paraguas y chubasquero, en el momento justo en que Cesaraugusto saludaba a Clara y a Choni. Amparo, recién llegada de Teruel y Marta, nuestra gótica barroca, aparecieron enseguida. El azar y la lluvia nos llevaron al torreón de la Zuda, donde nos repartimos los cuatro puntos cardinales.