-¿Qué tal, Juan Carlos?
-Bien ¿y tú?
-Enrolladísima con el asunto de los cuadernos. Ya te conté que se ha creado un blog a partir de las jornadas de Jaca y estoy muy enganchada. ¿Te da tiempo de echar un café?
-Hum… vale, pero sólo cinco minutillos, que tengo una clase.
-Por cierto, seguro que a ti se te ocurre alguna peli o algún libro donde el cuaderno tenga un papel importante, porque a mí no se me ocurre más que la del Manuscrito encontrado en Zaragoza y la de The Pillow Book.
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-Pues la verdad es que… aparte de esas… no sé… bueno, si acaso la de La vida en un bloc, que es una comedia española del año… 56, creo. Va de un médico de pueblo que tiene la manía de apuntar todo lo que ocurre a su alrededor en una libreta.
-¡Guay!
-También hay una película del año… 87, me parece, iraní, de Abbas Kiarostami, que cuenta la historia de un niño que va buscando a un compañero de colegio para devolverle su cuaderno. Se titula algo así como… ¿Dónde está la casa de mi amigo?.
¡Genial!
-Sé que se estrenó hace unos meses una película argentina, El amor se mueve, en la que uno de los personajes apunta sus experiencias en un cuaderno.
-¡Ah!
-De literatura sí que no se me ocurre nada. Bueno… hay algunas obras planteadas como cuadernos… Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rilke, por ejemplo. Y El cuaderno rojo, de Benjamin Constant. También El cuaderno gris, de Josep Pla, El cuaderno dorado, de Doris Lessing o Cuaderno catalán, de Dionisio Ridruejo… ¡Ah, bueno! De Ridruejo son también Los cuadernos de Rusia. Y están, por otra parte, Los cuadernos de Segovia de Luis Felipe Vivanco y Los cuadernos de París, de José Gutiérrez Solana. Camilo José Cela escribió un libro que se titula Cuaderno del Guadarrama y Borges tiene el Cuaderno de San Martín… ¡Ah!, luego está el Cuaderno de Nueva York, de José Hierro, que también escribió Agenda… De Torrente Ballester son Los cuadernos de un vate vago… y de Mario Vargas Llosa Los cuadernos de don Rigoberto… También son famosos los Cuadernos de notas de Leonardo da Vinci, y un cuadernito en el que Antonio Machado apuntaba lo que se le ocurría y que se publicó con el título de Los complementarios.
-¡Oh!
-¡Vaya! Siento no poder ayudarte, pero no se me ocurre nada… Me voy, que llego tarde. Gracias por el café.
-No te canses.
…
-¡Juan Carlos! ¡Pueoooooo! ¡Que te olvidas el cuadernoooooo…!