Una “autobiografía lacustre”, así define José Joaquín Beeme su nuevo libro, que es también un alfabeto ilustrado donde distribuye sus gustos artísticos, sus homenajes, sus encuentros felices y sus omnívoras curiosidades.
Así, escribe en el prólogo: “Quiere este cuaderno pasar revista a las múltiples y variadas sintonías que, a lo largo de dos décadas, han ido uniéndome (y unen a la Fundación del Garabato) con esta Little Italy que, por concreción geográfica, nombramos Angera [entre Lombardía y Piamonte, a orillas del lago Mayor]. Y lo hace echando mano del abecé, que es un modo ágil pero disciplinado de organizar las ideas y sujetar la imaginación, siempre desbocada, que haría correr la pluma por meandros imprevisibles.”
La circunstancia vital, en efecto, coincide en este año pandémico y de triste memoria con el vigésimo aniversario de su viaje a Italia, adonde llegó desde su Zaragoza natal para trabajar en el departamento de publicaciones de un centro de investigación de la Comisión Europea.
Por las páginas del libro pasan Garibaldi y los Visconti-Borromeo, Dario Fo y Alessandro Volta, Michelangelo y Pascoli, los partisanos y los obreros de la cerámica, castillos y autómatas, hallazgos científicos y ritos mitraicos, bandidos y fantasmas de lago, con abundantes reflexiones sobre cine y literatura, botánica e historia del arte, notas de paisaje, arqueología, gastronomía, fotografía, ecología… Un auténtico cuaderno misceláneo, de viajero siempre alerta que va sorprendiendo, con ojos españoles, conexiones y contrastes en esta parte de Italia casi rayana con Suiza.
Cada libro de Beeme es un juego, una alegre experimentación con la escritura interminable. En éste sigue a su admiradísimo Cortázar al proponer una lectura libre o combinatoria: “Léase a pizcos, de seguido o llevados de la curiosidad onomástica, cualquier camino os conducirá al meollo cuántico que se despliega de la A a la Z, o viceversa, porque esos, de momento, son los dos polos de la cartografía anímica entre los que discurren nuestras garabatas andanzas.”
Yo le conozco casi desde su llegada a mi país, y os aseguro que su cabeza es un hervidero (“tiene muchos grillos”, decimos por aquí) que nunca deja de trabajar. Me honro con su amistad, y él no cesa, generoso, de regalarme con sus ideas.
Waldo Sanguinetti, El Pollo Urbano, nº 203
1 comentario:
Lo buscaré, sugerente lectura.
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