La iglesia de Santa María del mar es una de las obras más perfectas del gótico catalán. Se erigió para conmemorar la conquista de Cerdeña, que prácticamente culminaba el dominio de la corona de Aragón sobre el Mediterráneo occidental un siglo después de la conquista de Mallorca por Jaume I. Fueron los armadores, los bastaixos de ribera (descargadores del puerto), quienes impulsaron su construcción, junto al resto de corporaciones representativas de este barrio marinero. El edificio, de grandes dimensiones, es una manifestación de la pujanza económica y política de la época, protagonizada fundamentalmente por mercaderes, armadores y marineros. El templo llegó a conocerse como “la catedral del mar”, reconocimiento que mucho más tarde daría título al libro de Ildefonso Falcones.
Las obras se iniciaron en 1329, y sesenta años más tarde la iglesia estaba completamente terminada, algo insólito en tan enormes construcciones medievales, cuya terminación solía demorarse incluso varios siglos. Ello explica también su uniformidad estilística, fiel a las características del gótico catalán que lo diferencian del gótico europeo: predominio de las líneas horizontales, sobriedad decorativa, cubierta con terrado, contrafuertes macizos y sin arbotantes y torres octogonales en terrazas.
En la portada principal destacan las imágenes esculpidas de san Pedro y san Pablo y sobre ellas un enorme rosetón flamígero del año 1495 (el original se destruyó en el terremoto de 1428). Flanqueando la fachada principal hay dos altas torres octogonales que acentúan la esbeltez del edificio. Estas torres se terminaron en fechas más tardías, la del lado norte en 1496 y la otra en 1902, pero ambas fueron levantadas siguiendo la concepción original.