Mi #conciertrazo del 21 de Septiembre en el Auditorio de Zaragoza, Sala Mozart en el #conciertohomenajeJoaquínCarbonell: "#Carbonell. Amigos". Estupendamente organizado, dirigido y desarrollado. Un aplauso a todos los organizadores y participantes, fue un lujo y un deleite. Seguro que Carbonell también se hartó de aplaudir desde allí donde esté. ¡Bravo a todos!. Y, muchas gracias a todos, especialmente a Gabriel Sopeña Genzor artífice mayor del evento.
lunes, 27 de septiembre de 2021
Segundo intento. Memorial de Eduardo, en espera.
El 4 de Septiembre en Lisboa, en el Jardím Das Amoreiras estaba programada la inauguración del memorial, homenaje de los dibujantes de lo cotidiano (cuadernistas), a Eduardo Salavisa. Era la segunda vez que se programaba y que yo acudía a la celebración, esta vez con Fernando García Grúas autor del cadeirâo y por tanto, coautor del memorial. Volvió a no ser posible, pero a pesar de eso tuvimos a bien reunimos entorno a la ausencia de Eduardo; y del cadeirâo, celebrando una estupenda jornada de dibujo. Participamos portugueses y españoles, manteniendo el hermanamiento de dibujantes comenzado con Eduardo y que continúa brindándonos acercamientos tan agradables como el pasado el 4 de Septiembre.
viernes, 24 de septiembre de 2021
Un cuaderno-alfabeto-biodiario
Una “autobiografía lacustre”, así define José Joaquín Beeme su nuevo libro, que es también un alfabeto ilustrado donde distribuye sus gustos artísticos, sus homenajes, sus encuentros felices y sus omnívoras curiosidades.
Así, escribe en el prólogo: “Quiere este cuaderno pasar revista a las múltiples y variadas sintonías que, a lo largo de dos décadas, han ido uniéndome (y unen a la Fundación del Garabato) con esta Little Italy que, por concreción geográfica, nombramos Angera [entre Lombardía y Piamonte, a orillas del lago Mayor]. Y lo hace echando mano del abecé, que es un modo ágil pero disciplinado de organizar las ideas y sujetar la imaginación, siempre desbocada, que haría correr la pluma por meandros imprevisibles.”
La circunstancia vital, en efecto, coincide en este año pandémico y de triste memoria con el vigésimo aniversario de su viaje a Italia, adonde llegó desde su Zaragoza natal para trabajar en el departamento de publicaciones de un centro de investigación de la Comisión Europea.
Por las páginas del libro pasan Garibaldi y los Visconti-Borromeo, Dario Fo y Alessandro Volta, Michelangelo y Pascoli, los partisanos y los obreros de la cerámica, castillos y autómatas, hallazgos científicos y ritos mitraicos, bandidos y fantasmas de lago, con abundantes reflexiones sobre cine y literatura, botánica e historia del arte, notas de paisaje, arqueología, gastronomía, fotografía, ecología… Un auténtico cuaderno misceláneo, de viajero siempre alerta que va sorprendiendo, con ojos españoles, conexiones y contrastes en esta parte de Italia casi rayana con Suiza.
Cada libro de Beeme es un juego, una alegre experimentación con la escritura interminable. En éste sigue a su admiradísimo Cortázar al proponer una lectura libre o combinatoria: “Léase a pizcos, de seguido o llevados de la curiosidad onomástica, cualquier camino os conducirá al meollo cuántico que se despliega de la A a la Z, o viceversa, porque esos, de momento, son los dos polos de la cartografía anímica entre los que discurren nuestras garabatas andanzas.”
Yo le conozco casi desde su llegada a mi país, y os aseguro que su cabeza es un hervidero (“tiene muchos grillos”, decimos por aquí) que nunca deja de trabajar. Me honro con su amistad, y él no cesa, generoso, de regalarme con sus ideas.
Waldo Sanguinetti, El Pollo Urbano, nº 203
septiembre en mi diario del 96
Septiembre es un mes extraño al que le tengo especial cariño. Para muchos es un mes triste, porque supone la vuelta a la esclavitud; pero yo he preferido este mes para viajar o descansar, pues todos los demás ya se han ido. De todas formas sí, es extraño, siempre viene cargado de cierta nostalgia. Como si fuera la última oportunidad para ser felices. Como si, cargados con las maletas, nos diésemos cuenta de que nos vamos de un lugar maravilloso donde podríamos haber comenzado otra vida. Incluso si estamos en casa, algo nos dice que no acabamos de aprovechar ni el sitio ni el tiempo.
En 1996 usé un cuaderno de un enorme formato, difícil de llevar y sacar para dibujar. Más tarde entendería que los cuadernos más prácticos son los de bolsillo.