Tuve la suerte de que Clara me presentase a Eduardo Salavisa en un encuentro en Madrid. Cuando vi sus cuadernos, y los primeros fueron de su viajes por Sudamérica, me llamó poderosamente la atención su trazo apresurado, su calidad de esbozo, la pincelada suelta y el formato pequeño de sus libretas en países y lugares espectaculares. Recuerdo que me quedé pensando que sus diarios gráficos tenían algo tan naif como feroz, y siempre sospeché que era deliberado, que le resultaba más que suficiente, que Eduardo dibujaba de aquel modo con secreta intención y un mensaje oculto para cuantos seguimos admirando su trabajo.
Ayer me descubrí a mí mismo, en otro tiempo tan entregado al detalle y el preciosismo, dibujando como el Maestro portugués; o al menos acercándome a sus modos. Mientras indago en el por qué, o lo ignoro definitivamente, sirva esta humilde entrada para recordar juntos a Eduardo. Su blog sigue activo, pasad a verle otra vez, que se alegrará mucho:
4 comentarios:
Grande Eduardo!!
Grandes los dos.
Bonita homenagem
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