sábado, 17 de septiembre de 2011

Cuaderno de esperas y bolígrafo.

Hace unos días reaparecía por aquí, hablaba que había dibujado bastante y que había redescubierto el bolígrafo de cuatro colores. Como he tenido muchos ratos de esos pegajosos de mejor no pensar demasiado y a la vez estar entretenida, el boli me permitía ese fluir lento y necesariamente repetitivo para hacerse notar. Investigué hasta que punto me permitía saturar, y jugué con el blanco opaco de gel para conseguir tonos, texturas, brillos y correcciones. Lo mejor del boli es que te permite trabajar sobre cualquier papel, hasta los malos malísimos, y aproveché que me traía entre manos el cuaderno de las esperas, de papel corriente que poco aguanta. Estos son algunos dibujos del mes pasado. Se juntan caras de gente de la familia y amigos en: Arnedo, Madrid, Zaragoza y Orés. Alguno se cuela con toques de pincel recargable.










2 comentarios:

Juan María dijo...

lo del boli me parece un recurso temporal, les falta a mi entender fuerza a algunos precisamente por el material,no se,...es mi impresión.

Por cierto, el de las moscas me ha dejado encantado y pasmado

zeta dijo...

Um longo e variado historial.