Antes de llegar al Castiello de Jaca, me quedé un rato por Canfranc con los franceses. Esas montañas imponentes, sobre la llanura de la estación me invitaron a intentar un dibujo suelto, con poco detalle. Lo dejé en un punto así. En casa he pretendido precisar más y lo he arruinado. Es siempre un riesgo :(
El Castiello fue una delicia, la mejor forma de pasar las horas tórridas de mediodía. Un ambiente como de balneario natural, bajo ese poderoso acueducto, muy muy especial.
Más tarde, visita a la catedral de Jacaa, una preciosidad y, afuera, un hombre tocando el chelo, que me conmovió por su expresión y su actitud mientras tocaba. Una señora que lo escucha a menudo me dijo que lo habían visto actuar en la Plaza Roja de Moscú.
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