Llevo mucho tiempo sin publicar nada. Eso no se bebe a que haya
estado ausente de la actividad de dibujar o pintar, tampoco es porque
haya dejado de ver y observar, ni porque ya no sienta lo que me
apetece del mundo y lo que rechazo. Quizás sea porque he visto,
observado y sentido sin descanso, sin el descanso necesario como para
parar un poco y plantearse acometer la mecánica labor de fotografiar
los dibujos, descargarlos y subirlos al blog. Hay veces que vivir te
roba tanto tiempo que te impide parar a reflexionar.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el dibujo? No entiendo el dibujo como algo desconectado de la vida. Cada vez estoy más próximo de aquellos que dicen que en el dibujo debe de haber verdad, ser reflejo de lo que se siente ante la escena, con lo que se impregna del momento por el que se atraviesa. No entenderlo como un mero ejercicio mecánico, bien compuesto y técnicamente perfecto. Si no se siente dibujando difícilmente se puede trasmitir alguna emoción.
Con estas ideas que expreso, y que me surgen sin demasiada reflexión, no quiero dar a entender que todo esto sea lo que he alcanzado durante este tiempo, tal vez sea lo que pretenda alcanzar.
Los sentimientos, y los actos se pueden controlar, limitar, hay veces que incluso esconder. Y esto hace que los dibujos pierdan espontaneidad. Las cosas no son lo que son de una manera absoluta, son como las vemos, como las percibimos. Hay un proceso, en la construcción del concepto, que pasa por nosotros.
Sea como sea, la cuestión es que hoy me gustaría alcanzar ese nivel de frescura en el dibujo, que expresara cosas por sí mismo, más allá de constituir una mera representación de lo dibujado. Pero, para conseguirlo, necesitaré rellenar alguna que otra decena de cuadernos y siempre que mantenga el objetivo, y no lo abandone porque me surja otra visión del dibujo o de la pintura. Por cierto, en ocasiones no acabo de distinguir la línea de separación entre uno y otra, pero esto es algo que no me preocupa.
Parte de culpa de todo esto, en estos momentos, la tiene el curso de “De Vuelta con el Cuaderno” de este pasado verano, que organizó, como siempre, Clara Marta. Cuando las cosas son verdad, se trasmite alma, o se alimenta que viene a tener el mismo resultado. En estos ambientes se producen contagios, lástima que estos no lleguen a alcanzar la magnitud de epidemia, cuestión de tiempo.
No sé nada, mañana puede que piense lo contrario, aunque, si lo escribo, no podré decir que no lo he dicho. Debe de ser el otoño.
Aquí dejo algunos dibujos del último cuaderno, cuaderno de ese papel que no sirve “ni para el aire ni para el agua” y con el que, por lo tanto, haces con él lo que te da la gana.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el dibujo? No entiendo el dibujo como algo desconectado de la vida. Cada vez estoy más próximo de aquellos que dicen que en el dibujo debe de haber verdad, ser reflejo de lo que se siente ante la escena, con lo que se impregna del momento por el que se atraviesa. No entenderlo como un mero ejercicio mecánico, bien compuesto y técnicamente perfecto. Si no se siente dibujando difícilmente se puede trasmitir alguna emoción.
Con estas ideas que expreso, y que me surgen sin demasiada reflexión, no quiero dar a entender que todo esto sea lo que he alcanzado durante este tiempo, tal vez sea lo que pretenda alcanzar.
Los sentimientos, y los actos se pueden controlar, limitar, hay veces que incluso esconder. Y esto hace que los dibujos pierdan espontaneidad. Las cosas no son lo que son de una manera absoluta, son como las vemos, como las percibimos. Hay un proceso, en la construcción del concepto, que pasa por nosotros.
Sea como sea, la cuestión es que hoy me gustaría alcanzar ese nivel de frescura en el dibujo, que expresara cosas por sí mismo, más allá de constituir una mera representación de lo dibujado. Pero, para conseguirlo, necesitaré rellenar alguna que otra decena de cuadernos y siempre que mantenga el objetivo, y no lo abandone porque me surja otra visión del dibujo o de la pintura. Por cierto, en ocasiones no acabo de distinguir la línea de separación entre uno y otra, pero esto es algo que no me preocupa.
Parte de culpa de todo esto, en estos momentos, la tiene el curso de “De Vuelta con el Cuaderno” de este pasado verano, que organizó, como siempre, Clara Marta. Cuando las cosas son verdad, se trasmite alma, o se alimenta que viene a tener el mismo resultado. En estos ambientes se producen contagios, lástima que estos no lleguen a alcanzar la magnitud de epidemia, cuestión de tiempo.
No sé nada, mañana puede que piense lo contrario, aunque, si lo escribo, no podré decir que no lo he dicho. Debe de ser el otoño.
Aquí dejo algunos dibujos del último cuaderno, cuaderno de ese papel que no sirve “ni para el aire ni para el agua” y con el que, por lo tanto, haces con él lo que te da la gana.
5 comentarios:
Un poco prufundo ¿no? sin paliativos, espero pronto la subida de otro dibujo tuyo. ¿oido?
Emoción transmitida !
Que podamos seguir "contagiándonos" y compartiendo dibujos.
He leido el texto sin saber de quier era y me he sentido cercana a ese sentir, me ha gustado. Luego he visto la autoría, le he puesto tu voz ...y me ha emocionado. Aquí hay mucha vida verdadera.Mucho dibujo bueno y con sentimiento. un abrazo amigo
Me ha gustado lo que dices, y eso de alguna manera en algún momento lo pensamos todos, aunque yo no lo podría decir tan bien como tu lo has expresado.
Gracias, amigos.
Debo de estar en esa fase de pensar que lo que se dice queda, aunque sea para uno mismo, y lo que se calla se pierde para siempre. Si eso es así, por qué callar.
Un abrazo a todos!
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