Poniendo notas

Llevo siempre en el bolso libretas pequeñas en las que dibujo guarrindongadas y pegoletes varios.

Estas libretillas son caseras y cutres, casi nunca las publico porque que no creo que resulten interesantes para nadie más que para mi. No llegan ni a la categoría de cuaderno.

Están llenas de dibujos a boli sin terminar, rápidos e inservibles. Buenos, regulares y feos. De frases escritas con mala letra. De palabras que escucho a la gente o me vienen a la cabeza de repente, poco apropiadas para decirlas en público.

Son las libretas de mis desahogos. En ellas dibujo a diario, en los ratos en los que el aburrimiento, el estrés o la mediocridad me llevan a coger el lápiz y garabatear.

 

De hace tiempo que me doy cuenta de que son estas libretas las que más me han enseñado de dibujo.  Están llenas de lucha y de fracasos. Llenas de día a día.

Repasando uno de las últimas que he llevado encima me encuentro con estos retratos que hice hace un mes en una reunión de notas.

Cualquiera  que haya sufrido una de estas reuniones comprenderá lo insufribles que son. Insoportables por largas, tediosas y faltas de sentido.
La única manera que tengo de superarlas es haciendo dibujos de los que estamos allí.

Ahora que se avecina una reforma educativa en la que parece que los profesores pintamos menos que nadie, me gustaría homenajear a todos los que a diario se dejan los sesos en la escuela para sacar ésto adelante de la forma más digna posible, dadas las circunstancias.

Espero que mis compañeros me perdonen si se ven reflejados en alguno de los monigotes de aquí arriba. Sé que sí lo harán, porque son gente maja y ya los tengo acostumbrados. Además saben que lo hago desde el cariño...

(Por una escuela QUE PODAMOS CONSTRUIR ENTRE TODOS)