Suenan las campanillas en el jardín de La Cala y el tiempo se detiene mientras Carlos y Carolina, convertidos en pataduendes, nos recuerdan las cosas de aquí y de allá.
Después de saltar de la sala de exposiciones a la biblioteca, de la biblioteca a la cochera, de la cochera al jardín, del jardín a la cocina... me acerco al fuego, donde siempre se cocinan historias.
En un extremo del jardín, me capturan al vuelo con una caja mágica. Aquí está el documento.
3 comentarios:
¡Que bueno y que bien todo!, ¡Que suerte nosotras que lo vivimos!.
Estás hecha una reportera. Nos vemos en otra¡¡¡
El retrato del fotero, soberbio.
Uma caixa mágica com bonitas imagens
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