sábado, 18 de agosto de 2012

Santo Domingo #11

El simposium terminó ayer y hoy nos vamos a la playa, que no se diga que hemos venido al Caribe y no nos hemos dado un baño. Hemos alquilado una furgoneta entre unos pocos: Eli y Víctor, Melanie Reim, Simo Capecchi, Inma y yo.
La playa donde vamos queda cerca de la Escuela de Altos de Chavón, donde Melanie impartirá un curso en los próximos días. Nos quedamos alucinados, aquello es un auténtico sueño. De hecho mi sueño imposible para otra vida será dar clases allí (recibirlas o impartirlas me da igual).
Después nos vamos a la playa. El Caribe es como en el cine pero mejor porque no huele a palomitas y lo que se oye es un grupo de músicos al lado tocando merengue sobre lo que suena en unos altavoces enormes y un montón de gente bailando y aunque en tu puta vida te haya gustado bailar tus pies empiezan a moverse solos sin esperarte. Además te traen tumbonas hechas con hojas de palma y cerveza Presidente y un pescado que parece una piraña pero que creo que se llama colirrubia y viene acompañado de tostones y arroz con frijoles (of course) y está buenísimo. Y además no te quemas porque las palmeras cubren media playa y el agua tiene una temperatura perfecta y un color perfecto y una transparencia perfecta y las dominicanas son todas guapísimas y tienen un color perfecto y un balanceo de caderas perfecto y todo esto te derrite y te drenas entre la arena y ahora eres sólo un charquito...
(¿Como en el cine? ¡Y una mierda!)
Hago un par de dibujos apresurados al principio, luego no vuelvo a sacar el cuaderno.
Hay cosas que si las registras no las vives.

Santo Domingo #11

3 comentarios:

celia burgos dijo...

Pero qué envidia! El dibujo es perfecto, como todo lo perfecto que tú cuentas-

Unknown dijo...

:D gracias Celia!

gemma dijo...

Juajuajua. Una crónica muy "técnica, fría y objetiva". Se te ha apoderado el trópico perfecto. Una imagen vale más que mil palabra pero a veces las palabras son perfectas para ilustrar y TREMENDO ataque de envidia sufro, al tiempo que me someto a los rigores de la vuelta en plena canícula.