El
retroturismo tiene su encanto. Viajar en esta reliquia que sustituyó
a las diligencias a principios del siglo pasado, cuesta tres veces
más que en autobús, pero el paisaje empinado y fértil de la
Tramontana se disfruta más en vagones de madera, en compañía de
turistas variopintos.
1 comentario:
Le tengo ganas a ese tren.
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