28/02/2015
Ahmet, el padre de Shabu, celebra mi llegada matando un cabritillo.
Aunque soy medio vegetariano, agradezco mucho el honor que me rinden y asisto a
la matanza. Hay que echar a un lado los escrúpulos de quienes, como yo, como
nosotros, vivimos con la sensación de que lo que no se ve no existe. Un
refinamiento hipócrita. Ahmet sujeta al cabrito mientras lo degüella de un tajo
y el animal se revuelve durante un minuto escaso. Jamudi ayuda a sostenerlo y Aziza limpia las paredes
salpicadas de sangre. Mientras lo
desollan, observo el vacío en su expresión. No hay rastro de pánico. Ni
siquiera de dolor. Solo la huella de la agonía, de la vida que se escapa y que
poco a poco, deja un semblante neutro, atónito. Estoy muy conmocionado, pero no
siento horror, no tengo mala conciencia y sí una gran compasión. Hay mucha
verdad en este acto sencillo y aquí, en el desierto, necesario.
Viajero en Tindouf
Viajero en Tindouf
3 comentarios:
Salam malecum.......¡¡¡¡
Me imagino que el cuaderno sirve de escudo para afrontar alguna que otra escena donde hay que tener fuerza y tragaderas. Impecables los dibujos y muy ilustrativos. Fantásticos. Buen viaje, a seguir contándolo.
...Y de reflexión. Malecum salam, Antonio معلم
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