martes, 17 de marzo de 2015

El sacrificio


28/02/2015
Ahmet, el padre de Shabu, celebra mi llegada matando un cabritillo. Aunque soy medio vegetariano, agradezco mucho el honor que me rinden y asisto a la matanza. Hay que echar a un lado los escrúpulos de quienes, como yo, como nosotros, vivimos con la sensación de que lo que no se ve no existe. Un refinamiento hipócrita. Ahmet sujeta al cabrito mientras lo degüella de un tajo y el animal se revuelve durante un minuto escaso. Jamudi ayuda  a sostenerlo y Aziza limpia las paredes salpicadas de sangre.  Mientras lo desollan, observo el vacío en su expresión. No hay rastro de pánico. Ni siquiera de dolor. Solo la huella de la agonía, de la vida que se escapa y que poco a poco, deja un semblante neutro, atónito. Estoy muy conmocionado, pero no siento horror, no tengo mala conciencia y sí una gran compasión. Hay mucha verdad en este acto sencillo y aquí, en el desierto, necesario.
Viajero en Tindouf 



3 comentarios:

ANTONIO MAESTRO MAGAZ dijo...

Salam malecum.......¡¡¡¡

clara dijo...

Me imagino que el cuaderno sirve de escudo para afrontar alguna que otra escena donde hay que tener fuerza y tragaderas. Impecables los dibujos y muy ilustrativos. Fantásticos. Buen viaje, a seguir contándolo.

Javier de Blas dijo...

...Y de reflexión. Malecum salam, Antonio معلم