Esas son las dos únicas opciones cuando los aeropuertos te regalan un
retraso de madrugada. Las terminales se vacían, los viajeros que quedan se
tumban por la moqueta y te sientes como Viktor Navorski, el personaje
que encarnara maravillosamente Tom Hanks para Spielberg.
Me ocurrió durante cuatro horas en
el inhóspito aeropuerto Charles de Gaulle de París, y descubrí
(al menos
hubo wifi) que allí vivió el hombre real que inspirase la película, un
refugiado iraní, durante ¡8 años!
Llegado el caso, o te descubres ciudadano de la inexistente República de Krakozhia, o te
evades por el cuaderno con cuanto tengas a mano y pinte, no hay término medio; ni terminal que se
resista. ¡Bendito compañero de mochila!
13 comentarios:
Buen compañero sí, pero en tus manos es una lámpara maravillosa que se deshace en sueños y deseos. Placeres para el que lo admira.
La noche, el viaje...sugerente!! seguiré la senda.
Esther Villa
Hala pues.... a ver si encontramos una por alguna playa abandonada.....
Bueno ya sabes, como siempre magistral ¡¡¡¡
Precioso dibujo. Al inhóspito aeropuerto y a "la desesperada espera" se lo debes, en parte.
Saludos
Pues qué quieres que te diga...yo casi agradezco ese retraso, aunque es cierto que tu no lo necesitas
¡Gracias hermosos!
precioso Urumo, mis más humildes felicitaciones--- aprender de cuadernista. Eso me falta, enorme abrazo i tonets a dojo maco
¡¡Un abrazo Teresa!!
Una gran manera de vencer el insomnio, bien aprobechado, seguir así maestro.O:-)
Gracias Pepa ¡un abrazo!
Lo tuyo es soñar despierto. ¿Te inspiraron algo los techos del inhóspito ?
Siempre un placer.
Hola Marisa: llevaba el regusto del desierto del Hoggar, uno de los paisajes del "Viajero de la noche" de Mauricio Maggiani. Un libro extraño y hermoso.
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