Soy lo que dibujo

Soy lo que dibujo, así que para encontrarme necesito dibujar mucho. Me gusta hacerlo para ver cómo entiendo y proceso lo que veo. Para ver si estoy enfadada, triste o contenta. Como dice Fernando en la entrada anterior: hay días nublados y días soleados, pero uno sigue siendo el mismo y el dibujo puede servir de barómetro para medir cómo está por dentro, o cómo quisiera estar.

Me sirve también para concentrarme y para retener todo. Lo que dibujo no lo olvido nunca, con una exactitud pasmosa, cosa que mi memoria habitualmente es de pez o de burbuja extraviada. Dibujo y mi capacidad de atención se multiplica, aunque el que te habla mientras lo haces dude de ello.

Dibujo y todo este tiempo que he estado desaparecida no es que hubiera dejado de existir o de dibujar, lo he estado haciendo y además en sobredosis vertiginosas. Retos que me han enseñado y sorprendido. Que me han quitado el miedo a abordar lo que haga falta que retenga gráficamente. También he aprendido que puedo rumiar imágenes después de someterme a sesiones de dibujo, como decía, de vértigo. Rumio a partir de lo dibujado y vuelvo a rememorar lo que nunca hubiera pensado que podría recordar.

A esta aventura llegué dibujando porque Carlos Mariñosa vió en este blog los dibujos que había hecho de una obra de teatro de la que él es productor, y desde entonces andamos trabajando, investigando y proyectando más aventuras dibujadas. Hypatia Culture Management